jueves, 29 de septiembre de 2011

1ª etapa: Sant Puier de Port-Roncesvalles

"YO SIENTO CADA CÉLULA DE MI CUERPO, LA MANDO AMOR Y SIGO MI RITMO VITAL"

Mi cuerpo es el puente...No me he preparado porque quiero vivir esta experiencia auténticamente. Sabía que iba a ser dura, satisfactoria...sentía que el dolor y las pruebas se sucederían...y así ha sido...
Cierta tensión a la aventura la llevaba en mi cuerpo, mi mente y mis emociones...pero yo estaba tan tranquila...Algún miedo surgía, como: "no quiero seguir el ritmo de nadie, solo escuchar mi ritmo. No tengo por qué agradar, ni quiero, sin embargo el amor me posee...".
Las 6 de la mañana...después de una noche de ronquidos, voces...el sueño me poseyó...espectante para levantarme a las 6 de la mañana...el reloj de la iglesia marcó las 3, las 4...las 6...y me preparé gozosa porque ya comenzaba la acción...
Mis compañeros: Kelly, australiana y Dante, argentino, bailaron conmigo en el desayuno, flipando por todo lo que veíamos...había mucha energía en el aire, demasiada...se unió en la salida Seo, de Corea...Nuestro idioma común, el inglés, que entendía perfectamente, a la vez que lo hablaba con soltura...
La subida era espectacular...Un desnivel hasta el primer albergue, Orisson, de 500 metros en 7 km...aún así pudimos presenciar al sol salir cuando las estrellas se marcharon poco a poco, y Orión cumplió su papel...
El sungasing nos dio la energía para subir hasta el primer descanso...aunque he de citar un paseo de castaños que especialmente me llamaron la atención por la calma y silencio que ofrecían al peregrino...
Las subidas eran bestiales, y las piernas iban pasito a pasito avanzando ante dolores de pies y sobre todo de cadera. Me acordaba de mis tardes eternas frente al ordenador, sin hacer nada...esto ya no sería así...mi cuerpo he de cuidarlo más...
Visitamos en lo alto a una Virgen, sentimos el poder de las rocas, del viento, con la mirada en los caballos salvajes que libres pastaban a sus anchas...
La subida seguía hasta una cruz, donde paramos para admirar el paisaje que a nuestros pies se rendía y darnos fuerzas comiendo...Seguíamos los pasos de Carlomagno, donde pretendía vencer a los navarros a través de este paso de roncesvalles, donde el cantar de Rolando cuenta sus hazañas y su derrota...

Seguíamos ascendiendo...ya estábamos en un nivel de 1.460 m....el desnivel desde 170 m. era patente en el dolor que nuestros glúteos rezumaban...sin embargo, me gustaba sentirlo...hacía que mi cuerpo me hablara y recordaba todo el trabajo que he hecho con él y que está guardado en sus memorias...Le agradezco tanto las experiencias deportivas de mi vida...Gracias a ellas puedo hacer ésto sin entrenamiento previo, aunque venga el dolor...
Cuando ascendimos a la cumbre, parecía que todo iba a ser fácil, y qué va!el camino se alargaba, con cuestas donde cruzamos la frontera a España...Siguieron las cuestas unos cuantos km. más, hasta que vino la bajada, que no fue nada bienvenida...Lejos de ser suave, se tornó pendiente, y mis pies, blanditos, coloraditos y sensibles, sufrieron las consecuencias de una primera ampolla. Sentí ese desprendimiento con dolor, sin embargo, entre bosques de hayas y maravillosos juegos de luces, decidí atravesar ese dolor pisando con otras superficies del pie, dejando caer el peso sobre el talón, y mandando reiki andando a mis pies, ambos por igual, que ya andaban queriendo llegar...No me parecía justo presenciar ese espectáculo natural y darle todo el protagonismo de ese momento al dolor...Esa intención hizo que el dolor se calmara...Solo quedábamos Seo y yo, que llegamos triunfantes a Roncesvalles, un lugar tranquilo donde nos sablearon en el albergue más barato de la comarca con 10 euros...sin embargo he de decir que estaba nuevecito y muy limpio, y se hizo posible dormir a gusto...
Llegué tan reventada que opté por ducharme y estirar mi cuerpo, además de buscar un lugar para alimentarlo...Como las comidas no se daban hasta 2 horas más tarde, una gran cerveza ocupó su lugar, y la sensación de relajación brotó en mí, junto con las risas de un gallego que se unió a mi festín.
Mis amigos llegaron, comimos juntos y yo me retiré a descansar, no sin antes ir al río para que el agua fría de la montaña me transmitiera fortaleza...
Un día más, y sentí mi cuerpo y su dolor cómo me acompañaba y cómo le cuidaba con amor...la ampoyita sería mi niña mimada hasta que se sanase...y mis ojos se cerraron pronto después de recorrer mi libro que me inspiraba sobre el camino de la diosa...recuperando la conexión con lo salvaje femenino...qué mejor entorno que esta maravillosa naturaleza para conectar con lo genuino salvaje?

2 comentarios:

MERCODES dijo...

El esfuerzo y la recompensa de subir y bajar es lo que nos enseña la montaña, como la vida misma.
Mucho animo, cuidate, y buen camino!

Sonia dijo...

Manolo, no hay esfuerzo en mi experiencia...la consciencia en cada paso hace que cada paso sea un mundo en sí mismo...no quiero llegar, quiero sentir...si hay dolor, pues eso, si hay emoción, pues eso...Pero gracias por lo que pones, sé que lo haces desde tu corazón...Un besazo!